miércoles, 29 de septiembre de 2010

ANMRRII / CAPÍTULO II

Breves Orígenes y MM

Lugar desconocido, año desconocido.
-¿Qué sucede? – Fue lo último que Álvaro recuerda haber escuchado de Elita (probablemente Álvaro estaba un poco ebrio, o al menos eso pensó).

México, D.F., año 2008
-¿Qué sucedió? – Fue lo primero que Elita recuerda haber escuchado de Álvaro al despertar ambos de su sueño.
- No sé y no quiero saber, ¿será la resaca?- Dijo Álvaro mintiendo con temor y la mirada perdida. Era verdad que no sabía, lo que le preocupaba eran las visiones que tenía. No sabía que veía, sólo imágenes, caras desconocidas, principalmente de dos personas unidas, pero separadas (con caras villanas).

Pálidos los dos se miraron mutuamente, cada uno creyó estar dentro del sueño del otro. Esto debido a su percepción un poco grisácea y al sentimiento de no ser más ellos mismos, de no pertenecer a su cuerpo. Una hora más tarde, al no poder comprender la situación y el dolor de cabeza intenso provocado por la confusión, les incitó a dormir las siguientes dos semanas.

El día que lograron despertar todo parecía normal, sabían quiénes eran en el presente, pero no tenían idea de quienes habían sido en el pasado. Elita tenía la intención de llamar a Álvaro para contarle su sueño extraño. No obstante, él pensó lo mismo y la llamó primero. Hablaron más de dos horas, tratando de recordar quiénes eran, porqué se llamaban así, porqué eran así, qué les había sucedido, todas aquellas preguntas que se hacen entre sí los recién mutantes (aunque ellos no sabían de su mutación aún). Se sentían aturdidos de su existencia. Lo único que recordaron ambos perfectamente fue a MM. Así que decidieron buscarlo. El único problema era que MM no estaba disponible para ellos, pero ellos tenían que estar disponibles para él todo el tiempo. MM no los citaba, simplemente se les aparecía en el lugar que se encontraran, siempre que ellos estuvieran juntos y solos.


MM presenció todo lo que les sucedió. De hecho, él lo planeó. Necesitaba dos jóvenes comunes con ciertas características. Una mujer rubia que amara los tacones y un hombre de cabellos ondulados que usara lentes grandes, además tenían que estudiar Relaciones Internacionales (por aquello de que los monstruos se repartieron por todo el mundo). Los encontró rápidamente en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales. Con la fachada de ser un profesor de la facultad, los envolvió entre sus redes prometiéndoles la titulación sin tesis.

Obviamente, no recordarán como fueron asignados en el proyecto –es un tanto tétrico-  “MM2®” para luchar contra el mal a causa de otro proyecto fallido que MM había creado (no exactamente en probeta) por error, el MM1®; una serie de seres infrahumanos, malignos y viles, los cuales desafortunadamente escaparon. Los jóvenes internacionalistas fueron obligados a participar en el nuevo proyecto y adaptarse a un nuevo estilo de vida, total, al caerles el polvo universal galáctico™ se les olvidaría todo, menos la existencia de MM. Y así fue.

sábado, 25 de septiembre de 2010

Aventuras De Niños Mutantes De Relaciones Internacionales / Capítulo I

Como todas las mañanas sabatinas, un tal Álvaro, el niño de los lentes grandes (lentes que le permiten ver el futuro), llega a casa de Elita, la niña de los tacones de aguja hipnótica (zapatos planos con la capacidad de lograr una elevación aproximadamente de 15 cm e hipnotizar a los bandidos en caso de peligro) para ir a francés y posteriormente, para luchar contra el mal. Ambos, son seres mutantes no aceptados en la sociedad, por lo que se vieron obligados a buscar un refugio para sentirse cómodos. No obstante, no fueron aceptados en la escuela de los “hombres X” por ser estudiantes de la UNAM. Sin embargo, desean mantener su identidad secreta (debido a que no les gusta hablar en público), aunque es muy difícil. Como es de costumbre, abordan el famoso Eli-móvil.

El auto de la niña de los tacones de aguja hipnótica es un tanto particular. Al exterior es de color “rosito”, con ojitos, pestañas en los faros, además de “chapitas rojas al costado” y un gran moño rosa en el toldo. El interior cuenta con asientos de piel en color rosa, palanca de cinco velocidades en forma de corazón, volante rosa con brillos rosas que hacen juego con los pedales. Asimismo, el aire acondicionado funge como secadora y el sistema de audio fue remplazado por un equipo de maquillaje de última generación. Un auto muy completo, a comparación de la “lancha jala-bananas” del  niño de los lentes grandes, que sólo es negra y lúgubre.

En fin, a las 11:30 am parten a su destino francófono. La niña de los tacones de aguja hipnótica enciende el motor con brillos mágicos que surgen de sus dedos índices y acelera. Ella ama conducir a gran velocidad, por lo tanto, periférico es su pista de “Hot Wheels” preferida para competir con los demás autos que desean retarla. Por supuesto, el niño de los lentes grandes tiene epifanías acerca de las competencias, el resultado siempre es el mismo: “Elita para reina periférico dos mil siempre”.  ¡No le teme a nada!

El niño de los lentes grandes es menos atento que la niña de los tacones de aguja hipnótica. Tiende a distraerse con todo (sobre todo con sus epifanías). Al mismo tiempo, sólo piensa en cómo derrotar a uno de los más grandes enemigos de todos los tiempos, de la humanidad (incluso dicen por ahí: ¡peor que Hitler!) y especialmente de ellos dos: Las siamesas híbridas.

miércoles, 22 de septiembre de 2010

¿ETIQUETAMOS O SOMOS ETIQUETADOS?

Las etiquetas son pedazos de papel de diferentes tamaños anexos a una gran cantidad de productos comerciales y demás objetos que tienen la necesidad de ser identificados para comprobar su composición, existencia y precios. La mayoría de las veces que compramos algo, tenemos presentes las etiquetas de los productos. Éstas son muy importantes ya que mediante la información que proporcionan conoceremos lo que adquiriremos: instrucciones, ingredientes, componentes, advertencias, costo, etc. Esto con el objetivo de confiar en los productos que utilizaremos, además de saber si es el correcto y adecuado al precio.

No obstante ¿Si tenemos y conocemos etiquetas en los productos, porqué las implantamos en las personas? ¿Inseguridad? ¿Miedo? O simplemente para identificarnos con aquellos que creemos portan la misma etiqueta que la nuestra. ¿A caso no etiquetamos a los demás con el fin de evitarnos una relación o un acercamiento?  ¿Etiquetamos antes de conocer o etiquetamos para conocer?

La mayor parte del tiempo, en el momento que conocemos a alguien, observamos su comportamiento e inmediatamente le buscamos un lugar dentro de nuestro almacén mental dependiendo del sector al que pertenezca. Es decir, lo dotamos de una gran etiqueta que nos proporciona sus datos –según nuestro juicio- y lo ubicamos dentro de una división de la cual estamos lejos o simplemente “no pertenecemos”. A menos de que esa persona comparta algo en común con nosotros, contraemos contacto y lo etiquetamos dentro de nuestro rango.

No nos damos la oportunidad de conocer a alguien cuando no se equipara con nuestro comportamiento, simplemente lo etiquetamos en otra sección para evitarnos tener que compartir lo que ninguna de las partes desea oír, vivir, o ver de la otra persona. Es decir, un desprecio mutuo. Un caso muy particular, cuando revisamos la etiqueta de algún producto deseado y tiene un alto costo, botamos la etiqueta como si el papel se convirtiera en el fuego mismo. De la misma manera, etiquetamos a los demás y nos alejamos.

Cada etiquetado piensa que dentro de su sector debe tener contacto con los de su sección exclusivamente, o será desetiquetado para pasar a ser uno más de los que se encuentran en el estante de liquidación por no desempeñarse de la manera esperada, o por una baja en su demanda. Sin embargo, el etiquetado liquidado se mezcla en otros sectores en los que rápidamente se adaptará.

Supongamos que existiera un lugar libre de etiquetas, como seres humanos que necesitamos vivir en sociedad ¿Nos adaptaríamos a los demás sin saber su procedencia? ¿Podríamos convivir con los demás sin anteponer nuestros prejuicios hacia ellos? ¿Coexistiríamos en un medio sin etiquetas?

Ante todo, somos excelentes juzgadores y perfectos etiquetadores, por lo que sería un tanto difícil evitarlo –sobre todo cuando algo nos molesta o no estamos de acuerdo-. Sin embargo, si hacemos accesible y transparente nuestra etiqueta, podremos ingresar a otros sectores y conocer a otras personas, descubriendo lo maravilloso que puede ser alguien más, sin que comparta nuestro mismo código de barras.

sábado, 18 de septiembre de 2010

GRADUACIÓN A NUESTRA PERCEPCIÓN

Sabemos que los anteojos son instrumentos ópticos conformados por un armazón y unas lentes con diferente graduación, fabricados con la finalidad de proveer a las personas de vista limitada una solución o corrección a sus problemas visuales. No obstante, para aquellos que por motivos de estética deciden que los anteojos no son lo suyo, existen las operaciones para corregir la vista, lo cual es una buena opción si de comodidad se trata. De otra manera ¿Cómo podemos saber qué tanto podemos ver? O ¿saber si vemos bien?

En el caso de la visión personal, podemos ir con un optometrista, quién nos hará exámenes visuales con el fin de proveernos de un diagnóstico acerca de nuestro daño visual. Sin embargo ¿con quién acudimos para saber qué tanto podemos ver a los demás u otras situaciones ajenas? ¿Acaso somos ciegos ante las personas y sus situaciones? Parece que las vemos, pero no de tal forma que lleguemos a sentirlas de igual manera. Podemos ver a las personas físicamente, pero jamás sentiremos o percibiremos la visión de cada individuo.

Esto puede ser reflejado literalmente si nos ponemos los anteojos de alguien más, la visión se tornará un tanto borrosa, –usemos anteojos o no- que rápidamente los retiraremos de nuestros ojos ya que no corresponderá con lo que queremos ver. La vida es así, siempre estaremos bien ubicados en cuanto podamos ver mejor. La vista es uno de los cinco sentidos, por lo tanto es personal e irremplazable.

Entonces ¿qué sucedería si pudiéramos sentir o ver lo mismo que alguien percibe en un momento determinado a través de sus anteojos? ¿Estaríamos más preparados si llegara a sucedernos algo similar? ¿Seríamos más maduros y valoraríamos los pequeños detalles ajenos que no vemos con nuestros lentes? No obstante, no sólo los anteojos serían para comprender las situaciones ajenas, creo que podríamos ver de mejor manera a los demás. No sería cuestión de ver y criticar, sino de observar, valorar y aprender que nuestra visión no es la verdad absoluta, es única, pero existen muchas más que deben ser respetadas.

De vez en cuando, deberíamos pretender mirar a través de los anteojos de alguien más. Descubriríamos varias cosas que no podemos observar con el uso de nuestros lentes, hay bastantes situaciones, personas, objetos, lugares, sentimientos, acciones etc., que nuestra visión no cubre y por tanto no comprendemos o juzgamos con base a nuestra visión. Sin embargo podríamos entender el actuar de los demás antes de criticar y sentir que tenemos la razón. De tal forma, cada que vayamos a reprochar ante una persona o su situación, deberíamos bajar o subir la graduación de nuestros lentes hasta ver claramente el escenario.

miércoles, 15 de septiembre de 2010

¿Wi Fi o Wi Love?

Gracias al avance e innovaciones tecnológicas en el mundo, se han desarrollado tecnologías en materia de comunicación inalámbrica para el acceso a internet, una de las más utilizadas hasta el día de hoy y la más conocida: Wi Fi. Debido a su rapidez, alcance y eficacia, se ha convertido en el medio perfecto para el acceso a internet sin cables. Para hacer uso de una red inalámbrica sólo necesitamos un módem que transmita la señal y un dispositivo con Wi Fi integrado que pueda conectarse a internet sin uso cables.
De tal forma que, el amor es como internet, lo vemos, lo sentimos, pero es intangible. ¿Será que el amor se administra como internet, mediante un módem? ¿Necesitamos un Wi Fi de sentimientos para poder recibir la señal? Deberíamos desarrollar un Wi Love exclusivo para identificar cuándo podemos conectarnos de manera rápida, así como saber cuántas redes disponibles hay. Además –y muy importante- poder encenderlo y apagarlo cuando lo necesitemos.
Entonces, lo importante de este dispositivo sería poder contar con la habilidad de saber quién está disponible y si nuestra contraseña nos da el acceso inmediato a su red. Además de ahorrar tiempo, iríamos a lo seguro. Sólo sería cuestión de entrar a un lugar lleno de gente, encender nuestro Wi Love y revisar las redes disponibles. Imaginemos un lugar al cual recurran muchas personas: “Este establecimiento cuenta con Wi Love. En la compra de un frappé puedes romper el hielo con cualquiera de nuestros clientes presentes. Recibe tu contraseña en el ticket.”
Sin embargo, no siempre sería efectivo, algunas veces no habría suficiente señal para poder conectarnos con alguien o detectar todas las redes a nuestro alcance. Habrá personas que tengan apagado su sistema por motivos personales o ya se encuentren conectados, y en el peor de los casos, que su red sea privada y no podamos ingresar.
Antes podíamos ver los cables para la conexión a internet, ahora sólo necesitamos del Wi Fi para olvidarnos de tanta enredadera. Asimismo, al decir que podíamos verlos, sabíamos que estaban ahí, por lo tanto, eran reales. Ahora, gracias al desarrollo tecnológico no los vemos, de tal forma que, tenemos una conexión un tanto más segura e invisible. Entonces ¿Wi Love sería la conexión personal más segura ya que nos olvidaríamos de tantos enredos con los demás? ¿Queremos conectarnos sin que nadie nos vea?
¿Si hemos entrado al futuro de las conexiones, por qué confiamos en ellas? Parece ser que es por la eficacia. Queremos que todo sea tan rápido y tan seguro que estamos en un punto donde las innovaciones tecnológicas están acaparando las relaciones personales, por lo que,  hemos olvidado la espera e incertidumbre.
Desafortunadamente este dispositivo aún no está a la venta – no digo que no lo estará-  y tenemos que optar por las conexiones personales mediante enredos. Si bien, la tecnología ha avanzado rápidamente en cuestión de conexiones, no significa que no lo haga en otro futuro en el ámbito de relaciones o sentimientos. Por lo tanto, disfrutemos de conectarnos con alguien personalmente antes de que una máquina interceda por nosotros y nos den reset cada que quieran olvidarse de nosotros.  

sábado, 11 de septiembre de 2010

LE CIRQUE DÉSOLÉ

El circo es un espectáculo bajo una gran carpa por el cual pagamos con el fin de recibir una función repleta de representaciones artísticas. Cada personaje atiende un acto diferente y podemos encontrar: escapismo, magos, ilusionistas, payasos, acróbatas, contorsionistas, cuerda floja, malabaristas, trapecistas, hombre bala, titiriteros, domadores, entre muchos otros. Todos estos números con la finalidad de ofrecer al público una hora o más de entretenimiento y diversión. Claro, sólo si es un buen espectáculo, de otra manera, puede provocar miedo y desesperación.

Asistir al circo es meramente por diversión. ¿Qué sucede en el ámbito de las relaciones personales o en nuestro propio actuar? ¿Nos hemos percatado que sin tener que pagar y presenciar una función bajo una carpa, ejecutamos diariamente actuaciones circenses empleadas en nuestra actitud, las cuales proporcionan magníficos espectáculos? A diario ocasionamos reacciones hacia otras personas y dependiendo el carácter personal damos o no de qué hablar. Nadie se libra de las aventuras del circo emocional, lo importante en cada función es que somos tanto actores como espectadores. ¿Cómo se presentaría nuestro acto? Imaginemos al maestro de ceremonias anunciando nuestro espectáculo:

-Damas y Caballeros, seamos todos bienvenidos al circo de las emociones. Espectáculo diario, gratuito y permanente, donde todos quedaremos expuestos de los actos que ejecutemos. Permítanme presentarles las actuaciones especiales.

-Presten atención al primer número. ¡Pasen a ver a las personas en quienes algunas veces confiamos, salimos, vemos, pero su verdadera cara jamás conoceremos! Ocultos tras el maquillaje de la amistad, pelucas y caras sonrientes, sentimientos que no pasarán de los dientes; maestros del disfraz: ¡Los Payasos!

-Seguido de un acto de severa concentración y exactitud. Aquellas personas que en varias ocasiones necesitamos y se evaporan. Escurridizos como el agua, visibles como el humo ¡Veamos a los escapistas y sus espectaculares desapariciones extremistas!

-¿Ustedes pueden contenerse las ganas de uno de los actos de mayor expectativa, son ustedes curiosos e ilusos? ¡Acérquense, véanlo desde primera fila! Prometedores de todo, cumplidores de nada, futuros prometidos para los perdidos, apariciones milagrosas y mentiras piadosas: ¡Los ilusionistas!

-¿Se sienten ustedes solos y perdidos, sin ánimos y sin amigos? ¿Sienten que no pueden vivir sin alguien atado a su lado? Traídos desde una lejana tierra autoritaria, para manejar su vida diaria. ¡Anímense! ¡Conozcan a los titiriteros! Sólo traten de no enredarse porque pueden ustedes zafarse.

-Amantes de las alturas amorosas, aquellos que suben sus esperanzas por alguien sin temer a lanzarse, porque del otro esperan agarrarse. ¡Aliéntense y aviéntense! Si sus actos son apreciados por el público, dado el riesgo y espectacularidad, trapecista es su especialidad.

-¿Se sienten atraídos o salen con más de dos personas a la vez, no caigan al abismo y atrévanse al mono ciclismo? Sin embargo, si les gusta traer a más personas en su bicicleta recuerden las consecuencias, que pueden caer de sorpresa.

-Para aquellos que caminen sin mirar atrás, a la cuerda floja se subirán y los que miren hacia abajo pronto caerán. Asómense y observen a los equilibristas, los más centrados y enfocados. ¡Cuidado! Con un poco de distracción, pueden llevarlos a la perdición.

-Si ustedes son valientes este acto no les miente. Esto es para aquellos apaciguadores de sus sentimientos y emociones. ¡Tengan cuidado domadores! Que al igual que los animales, los sentimientos pueden traicionarles. Recuerden que el león no es como lo pintan, el amor tampoco. ¡Observen al domador, como lucha contra los dos!

-Damas y caballeros, gracias a todos por su atención y disfruten de la función.

Entonces, si vivimos actuando para el circo de las emociones o si nos acoplamos en alguno de aquellos personajes antes mencionados, esperemos nuestro aplauso. Nuestro trabajo ha costado. De lo contrario, ensayemos y aplaudamos a los que bien han trabajado. El circo es diversión y actuación, por lo tanto, hagámoslo con precaución.

miércoles, 8 de septiembre de 2010

¿DE LA ERA DE CERA A LA SÍNTESIS DE LA "FOCOSÍNTESIS"?

Una vela es una barra de combustible sólido que provee luz. No hay vela que desaparezca por completo, se consume, pero el resto de cera tirada queda presente y es difícil de remover. Hay velas que así como encienden se apagan, otras que duran bastante tiempo y otras que encienden, pero su luz no alumbra. Así son las relaciones en pleno siglo XXI, ya nada debería sorprendernos.

Esto indica que debemos estar preparados para lo que más puede llegar a sorprendernos o mejor dicho, para lo que no estamos preparados. ¿Porqué las velas como una relación? En la actualidad remover cera es más complicado, ya no estamos acostumbrados a ella como en siglos pasados donde eran todo lo que alumbraba y no había escapatoria de removerla.

De los casos más comunes sobresale el de la vela que encendió–y vaya que enciende-, pero no alumbra. Una especie de “velita de pastel”, ya que en cierto momento de necesidad se utiliza, se consume rápido, sin embargo es desechada. Dejando cera tirada difícilmente removible. Por lo tanto, en una relación. . . ¿Cómo saber quién es fuego y quién cera?

Otro caso sin duda alguna, puede ser el de vela que se consumió hace tiempo, pero al parecer la cera sigue presente sin poder quitarla. Si deseamos que esa cera sea removida con facilidad, debemos acercarle calor para que se derrita y sea sencillamente manejable, entonces… ¿debemos ser fuego si queremos seguir adelante y poder remover de nuestra vida todo tipo de cera sin dificultad alguna? ¿Qué pasa con los que alguna vez fueron consumidos por el fuego, los que alguna vez se derritieron con facilidad y que han quedado como cera, obstinados, insistentes y nada removibles?

Al parecer quedan siempre como tal, opacos, estáticos y molestos. En cambio el fuego puede apagarse, pero solo necesita una pequeña chispa para poder encenderse de nuevo con el fin de quemar y remover todo lo que encuentre a su paso.

Si queremos evitar tales encendidas, apagadas, derretidas, todo lo que el fuego ocasione, ¿será que ya no buscaremos fuego en las relaciones y nos cambiaremos sin más ni menos a la electricidad? ¿Entraremos a la era de las relaciones “foco”? ¿Que sea todo tan rápido como encender y apagar un interruptor sin dejar rastro? Una era donde el fuego sea sustituido por la electricidad y en lugar de cera sobrante, quede sólo un foco fundido, que simplemente más rápido de quitar y reemplazar sin lastimar a alguien. ¿Hemos pasado de la era de cera a la “focosíntesis”?

El problema son las velas en la actualidad, las cuales ya no las usamos con frecuencia, sin embargo, solíamos saber que se apagarían en algún momento. Los focos podemos apagarlos cuando queramos, el inconveniente es no contar con la debida advertencia de cuándo se fundirán hasta la presencia de la verdadera falla. Esta avería no tiene más remedio que reemplazar el foco por otro. Entonces, en esta nueva era, cada que fallen los fusibles de la relación, se vaya la luz de la razón o en caso de descarga eléctrica de la emoción, revisemos los daños posteriores. Sin duda alguna, si esta nueva era conlleva a la desesperación, -no hay problema- tiene una posible solución: bajemos el switch y encendamos una vela.

sábado, 4 de septiembre de 2010

EL DERECHO DE BOTAR Y SER BOTADOS

Sabemos por medio de la Declaración Universal de los Derechos Humanos que todas las personas tenemos derecho a ser partidarios de las actividades gubernamentales del país que habitemos, ya sea de manera directa o mediante representantes electos libremente bajo la voluntad de las personas. La voluntad se manifiesta por un proceso de elecciones legítimas celebradas por sufragio universal, haciendo uso del voto libre y secreto. De tal suerte que tenemos el derecho de votar y ser votados.

Ahora bien, todas las personas tenemos derecho a involucrarnos en una relación en el país que habitemos. Pero, ¿qué tal que presenciáramos de la existencia de la Declaración Universal de los Derechos de las Relaciones? Es bien sabido que nosotros elegimos mediante nuestra voluntad al representante de nuestro amor de manera directa. Por lo tanto, lo manifestamos mediante el uso del voto amoroso personal que es libre y si queremos, es secreto. Si en un cierto momento, el representante de nuestro amor no cumple con las necesidades básicas representativas de la relación o en caso de sufra-yo universal ¿contaríamos con un punto fundamental de la Declaración? ¿la opción del derecho de botar y ser botados?

Nosotros como botantes adquirimos cierta idea del amor como un sentimiento que conlleva hacia acciones “recíprocas” en una relación. No obstante, sobresale el egoísmo personal y surge el intento de manipulación hacia nuestro representante del amor con la finalidad de acoplarlo a nuestra percepción amorosa. Si se genera inconformidad y no llegamos al acuerdo mutuo u objetivo, alejamos al votante para pasar a ser botadores. Sin duda alguna, no es la única opción y en el peor de los casos, podemos ejecutar la mala elección del representante. Esto es, la donación del voto amoroso en alguien que en realidad no está cumpliendo con su papel representativo y del cual esperamos más. De esta manera, al no ser bien correspondido o representado amorosamente, no hay progreso en la relación, de tal forma que, el voto se torna fraudulento y nos convertimos en botados.

Si ejercemos nuestros derechos, generarán obligaciones que deberán ser cumplidas así estemos en cualquiera de los dos casos. Entonces, ¿Tenemos derecho a amar y la obligación de corresponder? O ¿Tenemos la obligación de amar y derecho de corresponder? No siempre. En fin, como buenos ciudadanos ejerzamos y cumplamos con los requisitos del amor sin que se vuelva una obligación.

miércoles, 1 de septiembre de 2010

SEGURO PARA EL CHOQUE DE EMOCIONES

Si nos ocurre un accidente automovilístico, solemos tener un seguro al que llamamos inmediatamente. Los seguros de autos brindan grandes beneficios, el vehículo queda cubierto por la pérdida total o por daños materiales que sufra a consecuencia de colisión, volcaduras y actos de personas mal intencionadas. Sin embargo, ¿Qué sucede cuando tenemos un choque de emociones con alguna persona? ¿A quién llamamos? ¿Por qué no existe un seguro que pueda ayudarnos en cualquier situación difícil? ¿Por qué no existe un GNFriend o un GNPain? No con el fin de reemplazar a alguien, simplemente para ayudarnos a encontrar una posible solución.

La mayoría de los problemas simples tienen solución y si es un objeto, existe la posibilidad de reposición. Si compramos cualquier aparato y sale defectuoso, podemos cambiarlo, si alguna prenda se encuentra en malas condiciones o no nos queda, hacemos lo mismo. Si ocurre un accidente y el auto queda dañado, el seguro lo repara o lo repone en caso de pérdida total, pero en el caso de una pérdida total con una persona que estimamos, no hay reposición. ¿Sería la solución al choque de emociones un “seguro amistoso” donde en lugar de remplazar a una persona, -en caso de pérdida total-, exista un valuador y un ajustador para valuar el daño y repararlo?

No podemos reponer una amistad en caso de pérdida total, mucho menos hacer el cambio de la persona, pero probablemente el valuador del seguro podría ser el intermediario para cualquier situación donde es más fuerte el orgullo que la verdad, o meramente, alguien que nos haga abrir los ojos.

En un ligero choque automovilístico no nos preocupamos ya que el seguro lo arreglará, en el caso de un choque emocional con alguien que estimamos, por liviano que sea ¿cómo podemos solucionarlo de manera sencilla sin lastimar y ser lastimados? ¿El “seguro amistoso” podría ofrecernos un servicio que pueda quitarnos el temor de pedir perdón sin ser rechazados, insultados, golpeados, y que lleve a cabo el arreglo de los daños?

No es exactamente que el “seguro amistoso” introduzca a nuestro tercero dañado a un taller para reparación, simplemente nos ayude a expresar lo que no podemos explicar o les quiten los recuerdos acerca de las malas palabras que dijimos o las malas acciones que cometimos, -aunque en algún momento nos haya hecho sentir bien-. En fin, una solución de los daños donde no nos digan cómo lograron remediarlo y lo único que obtengamos sea nuestro pase directo a la solución.

En este mundo no existe algo así, por lo tanto, nuestros choques de emociones pueden ser bastante graves. Al no contar con el “seguro amistoso” conseguimos dañarnos más gracias al orgullo y la falta de valor para pedir perdón. Entonces ¿nuestro seguro será humillarnos o resignarnos? ¿Tendremos que inventar alguna ley para que nadie salga lastimado, o un reglamento de comportamiento en caso de choques emocionales? ¿Contratar a un abogado para evitar el incomodo enfrentamiento directo de las partes? O en el último de los casos. . . No pasarnos la luz roja del semáforo de la razón.