Sabemos que los anteojos son instrumentos ópticos conformados por un armazón y unas lentes con diferente graduación, fabricados con la finalidad de proveer a las personas de vista limitada una solución o corrección a sus problemas visuales. No obstante, para aquellos que por motivos de estética deciden que los anteojos no son lo suyo, existen las operaciones para corregir la vista, lo cual es una buena opción si de comodidad se trata. De otra manera ¿Cómo podemos saber qué tanto podemos ver? O ¿saber si vemos bien?
En el caso de la visión personal, podemos ir con un optometrista, quién nos hará exámenes visuales con el fin de proveernos de un diagnóstico acerca de nuestro daño visual. Sin embargo ¿con quién acudimos para saber qué tanto podemos ver a los demás u otras situaciones ajenas? ¿Acaso somos ciegos ante las personas y sus situaciones? Parece que las vemos, pero no de tal forma que lleguemos a sentirlas de igual manera. Podemos ver a las personas físicamente, pero jamás sentiremos o percibiremos la visión de cada individuo.
Esto puede ser reflejado literalmente si nos ponemos los anteojos de alguien más, la visión se tornará un tanto borrosa, –usemos anteojos o no- que rápidamente los retiraremos de nuestros ojos ya que no corresponderá con lo que queremos ver. La vida es así, siempre estaremos bien ubicados en cuanto podamos ver mejor. La vista es uno de los cinco sentidos, por lo tanto es personal e irremplazable.
Entonces ¿qué sucedería si pudiéramos sentir o ver lo mismo que alguien percibe en un momento determinado a través de sus anteojos? ¿Estaríamos más preparados si llegara a sucedernos algo similar? ¿Seríamos más maduros y valoraríamos los pequeños detalles ajenos que no vemos con nuestros lentes? No obstante, no sólo los anteojos serían para comprender las situaciones ajenas, creo que podríamos ver de mejor manera a los demás. No sería cuestión de ver y criticar, sino de observar, valorar y aprender que nuestra visión no es la verdad absoluta, es única, pero existen muchas más que deben ser respetadas.
De vez en cuando, deberíamos pretender mirar a través de los anteojos de alguien más. Descubriríamos varias cosas que no podemos observar con el uso de nuestros lentes, hay bastantes situaciones, personas, objetos, lugares, sentimientos, acciones etc., que nuestra visión no cubre y por tanto no comprendemos o juzgamos con base a nuestra visión. Sin embargo podríamos entender el actuar de los demás antes de criticar y sentir que tenemos la razón. De tal forma, cada que vayamos a reprochar ante una persona o su situación, deberíamos bajar o subir la graduación de nuestros lentes hasta ver claramente el escenario.
Ponerse en los anteojos del otro... interesante consejo...
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